Esta operación llamada “San Lorenzo” tardó 69 días en realizarse, desde la elaboración de las cápsulas hasta los constantes cuidados que se les hicieron desde la superficie a los mineros, tales como cuidar facilitarles agua mineral, vitaminas, medicamentos, aunque durante la primera parte de su encierro involuntario su alimentación se vio reducida a que cada 48 horas se alimentaban con dos cucharadas de atún, medio vaso de leche y media galleta que eran las pocas reservas que tenían.
Luego de ser descubiertos fueron comunicándose a través de mensajes escritos, y luego lograron desde la superficie pasar cables de fibra óptica y establecer una comunicación más directa, inclusive a uno de los mineros –Mario Sepúlveda- se le logró facilitar una cámara de video para que grabara la vida dentro del refugio y así fue como poco a poco conocimos la situación interna que atravesaban los mineros setecientos metros bajo tierra.
Desde acá felicitamos a todos los organismos que permitieron el rescate de estas personas a través de la operación San Lorenzo, y al gobierno Chileno que no escatimó recursos en este rescate. Felices de que todos los afectados ya estén bajo cuidado médico, esperamos que los adelantos tecnológicos permitan evitar este tipo de situaciones.
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